lunes, 12 de julio de 2010

El músico y el tren


Tuve que comprar otra tarjeta para tomar el tren, había bajado corriendo y no pude entrar inmediatamente, …perdí el tren y Jhon, mi amigo, también.
Jhon no quería ir solo a casa, así que me esperó, estaba mirandome con fastidio mientras yo pasaba mi tarjeta nueva, pero más no podía hacer, solo esperar igual que yo, esperar mirando los rieles, a veces una rata atrás del basurero, esperar… ya en la estación, escucho una música suave a lo lejos, veo a un flaco con una guitarra, siempre trato de acercarme cuando alguien hace música en la calle, era corazón partió en portugués… sonreí mientras adivine la canción dentro de mí, creo que me hacía recordar algo, pero ni sabía que, solo que era algo que me ponía contento, -Jhon que excelente está la música en este sitio- como si imaginara estar en un bar de jazz en un lugar elegante- “si esta bueno no? – lo he visto varias veces por acá- respondió Jhon.

Respire hondo y sonreí de nuevo, como si la música entrara con el aire haciéndolo sentir más limpio, mire a los costados y no habían bancas desocupadas, pero no me importó, me desprendí de mi mochila pesada y tome asiento por donde las ratas pasan, mis piernas estaban aniquiladas, parado 8 horas, me había sentado 5 minutos para comer pasta barata, mi garganta ardía, mi ropa olía mal, no quería pensar como se estaba infectando mi pantalón pegado en el suelo asqueroso, no lo hice, solo escuchaba la canción y volvía a sonreír, voltee a verlo cantar, a sus pies tenía el estuche de su guitarra casi vacío unas 3 o 4 monedas intentaban darle la esperanza de comenzar una buena noche, decidí dejar de infectar la parte de atrás de mi jean, abrí mi gruesa billetera y saque uno de los tantos billetes que tenía, todos de la misma denominación bien gastados, lo lance al estuche del cantante y mientras cantaba me dio las gracias, con el ritmo de su guitarra, no era difícil hacerle competencia a 3 monedas, estaba dándole la mejor propina de la noche, me sentí bien por apreciar la música, fui el único de toda la parada del tren que le lanzó una propina. Mi billetera seguía gruesa, no sé porque tengo tantos billetes de un dólar maldita sea, me quiero comprar un agua, y tengo que sacar otro más, no importa, mi billetera va a seguir estando gruesa, solo si sigo comprando cosas de un dólar y dando propinas altas a los músicos de la calle.

El tren que nos tocaba tomar se acercaba a la velocidad de siempre, todos saben que es el tren pero siempre da ganas de mirar como llega, con su número adelante, imponiendo su fuerza, de color metálico, brillante y arrasador, llega y es nuestra salvación, el calor esta infernal en la parada y me muero por entrar al tren, yo se que me espera un asiento vacío y el aire acondicionado que va a enfríar hasta mis venas, que delicioso.

Antes de subir al tren voltee a ver al músico, había dejado de tocar mientras la bulla del tren se acercaba, le hacía competencia, ahora nadie lo escuchaba, nadie lo quería ver, todos lo habían olvidado, ahora el tren era más importante, el aire acondicionado del tren y un asiento que parezca limpio.

El músico olvidado miraba la gente pasar al tren, un amigo entrañable lo saludo, se miraron, el músico lo reconoció, no hubieron palabras, se abrazaron, y el amigo corrió a coger la puerta del tren, ahora el tren era más importante que la amistad, se cerraron las puertas, el amigo al músico con señas de mimo : “…te llamo, yo tengo tu número…”- parecía decirle, el músico le hacía una seña con una gran alegría, se notaba que se querían, tal vez el amigo también era músico, tal vez el músico no tiene muchos amigos, tal vez yo quisiera ser músico o amigo de los músicos, tal vez jhon solo quiere dormir, tal vez yo solo quiero imaginar…

domingo, 21 de febrero de 2010

Día grande



He querido escribir siempre sobre Alianza Lima, el equipo de mis amores, me lo propuse tantas veces y he caído derrotado, fracasaba en la segunda línea!, la impotencia reinaba, a veces sentía que el frío teclado no era más mi cómplice; tomaba un lapicero olvidado, como si me diera el poder, y procuraba que los recuerdos invadieran mi ser, siempre fracase en el intento, tal vez porque no soy un buen escritor, o quizás porque mis sentidos no me hayan tocado el alma, no se si esta vez me encuentre inspirado y menos si voy a escribir algo bueno, pero ahora sí las palabras brotan como una catarata salvaje, siento que puedo escribir toda la vida. Ayer pensé en hacerlo, pero cuando se me pase toda esta emoción desbordante, sin embargo mis manos y mi mente me han pedido con cachetadas y luces encendidas, derramar mi felicidad en blanco y negro.

Grande el día, la noche si queremos ser exactos, noche de infarto, inolvidable, noche hermosa, en la tribuna extasiado, saltaba como un niño, gritaba como un adolescente, fui feliz como un adulto, siento que la felicidad no puede describirse, ni escribirse, ni explicarse, pero yo no intento eso, intento hacer una catarsis no solo mía sino también de un pueblo grande, aunque suene muy atrevido. Me gustan los relatos cortos, me parecen más conmovedores, las emociones se comprimen, por eso no quiero escribir tanto, no se como quedaría haciéndolo; me gustan también las victorias aplastantes, los triunfos que se grafican como una estaca clavada en el pecho del rival, esas victorias tienen que concretarse, tienen que concluir de golpe; así como una granada que explota para aniquilar veloz y brutal, la estrategia tiene que hacer sangrar a tu oponente, la estocada tiene que ser mortal, hay que ser demente para matar, pero también hay que ser demente para ganar, yo observe locura, rebalsaba el sabor, en un gramado perfecto se vislumbró un ejército preparado para el desmadre total y autorizados para asesinar.

Nunca pude escribir sobre mi Alianza querido, nunca mi Alianza querido fue tan vehemente como ayer, tal vez no solo yo puedo escribir ahora, tal vez alguien más puede escribir un libro sobre esto, o hacer algo más bello siendo más feliz, tal vez la vida nos da regalos inesperados, esos de cajas grandes y con lazo, que no da ganas de abrirlos, y que finalmente abiertos son mejores parados en un estante, no hay que tocarlos, que se conserven! Esos grandes regalos que jamás se podrán olvidar.

domingo, 24 de mayo de 2009

Sábanas negras


Seis de la mañana, es domingo y tengo alcohol en el cerebro de hecho.


Ni pensar en abrir los ojos, aunque no pudiera dormir, con los ojos pegados, no quiero nada de luz, me volteo y llevo las sábanas hasta mi cara, quiero dormir y perder el conocimiento de todo, soñar y sentirme bien, espero que sean buenos sueños.


Me veo echado, tapado, cansado, dormido, me veo inerte.
Tocan a la puerta los ángeles, me vienen a llevar – imaginé.


Miguel…!!! - Escucho gritos y los ángeles se fueron, viene mi madre por la puerta.
Estoy despierto…


Que todo sea un sueño me digo, mientras en dos segundos escuchaba lo que ella me decía, una desgracia había sucedido.
Salió ella del cuarto, llorando y gritando, yo con los ojos bien abiertos volteé a ver mi almohada y mis sábanas que me ayudaban a no ver la luz y las abracé con fuerza.


Lloré por unos segundos, no venía nadie más y solo escuchaba que mencionaban a Dios por la casa, estaban dispersos, supongo que cada quien sintiendo diferente, no me preocupé por ellos, me preocupé por él.


El murió y era joven como yo.


Luego decidí pararme y no salía del asombro de la noticia y de mi propia tristeza, me agarraba la cabeza y buscaba explicaciones, no del como, ni del cuando, ni del donde, sino del porque.


El sol ya entraba con fuerza a mis ojos, traje del cuarto de lavandería unas sábanas oscuras.


Me vi de nuevo echado, inerte, con dos sábanas cubriendo mi rostro, intentando soñar que los ángeles entraron en su puerta.

El ticket


Eran muchos años los que habían pasado, Jimy ya no era el adolescente soñador, y todas sus conversas eran del pasado a la luz de un faro viejo en la esquina del barrio con los amigos de siempre, aunque eso no era siempre.
Jimy era trabajador, trabajaba de madrugada, cuidando la mercadería de una fábrica por la carretera, había sido valiente para ingresar al ejército cuando salió del colegio, le gustaba la acción y correr peligros; le enseñaron a disparar y a ser honesto, no muchos aprendieron ambas cosas ahí, pero el fue más inteligente.
Jimy lleva años en el mismo trabajo, y no se conforma, el quiere ser mejor, asiste periódicamente a clases de computación, lo hizo pensando en usar el Internet como lo hace su único hijo. Jimy no es muy hábil, cada vez se da cuenta que no podrá ser tan rápido en la máquina como Jimy Joel, jota jota como el lo llama, pero se siente contento con saber poco con mucho esfuerzo, siente que lo frenan paredes sólidas cuando quiere saber más de computación y cuando intenta ser mejor; esas paredes que aparecieron toda su vida, sorteaba algunas pero aún se siente triste cuando ni con fuerza las puede esquivar. Jimy es un luchador, de buen corazón, no tiene enemigos, quiere a JJ mucho, lo lleva al estadio y le enseña sus recuerdos de infancia, tiene entre otras cosas fotos de uniformado y un ticket de un concierto en los ochentas, Jimy fue feliz en esos años, era muy joven y las paredes todavía no preocupaban tanto, usaba pelo largo, era delgado, y se enamoraba con facilidad.
Jimy no era tan solitario, y cuando lo estaba tenía la computadora, en la compu tiene lo que más le gusta, música, sabía “bajar” canciones, buscar webs de grupos, chekear las letras y ver conciertos recientes, volvía a saltar y a gritar dentro de sí cuando encontraba videos de hace 20 o 30 años colgados en alguna página de Internet.
Jimy estaba contento cuando el Internet lo acercaba a su pasado, y cuando veía y escuchaba aquel concierto, el del ticket del recuerdo como tesoro, en una mala grabación de aquellas épocas. Lo suyo era el rock, rock pesado, heavy metal, en los ochentas grababa en casa de amigos cassettes metálicos de 90 minutos de puro metal, sí cassetes metálicos, esos eran los que sonaban mejor pero eran un poco más caros, esos que guarda en una caja solo por recuerdo, los años y la humedad destrozaron las cintas, por más metálicos que eran.
Jimy ya casi vive medio siglo, y para no vivir deseando, es feliz con sus recuerdos.
Es un día normal y se alista para ir a su trabajo como siempre, son casi las seis de la tarde, tiene todo listo y parte hacia el paradero del bus que lo lleva directo a su chamba, es un camino no tan largo pero congestionado, lo separan 50 minutos de su destino y mientras tanto se dedica a mirar a la gente que sube y que baja del bus, si tiene suerte algún chofer sintonizará alguna radio que no sea de música tropical.
Jimy descansaba todo el día y últimamente veía muy poca televisión, JJ estaba en el colegio mientras Jimy dormía y cuando JJ dormía Jimy cuidaba la fábrica.
Jimy andaba un poco desconectado con el mundo en las últimas semanas, había estado pensando en Gloria, era noviembre y en un mes más se cumplía un aniversario más de su partida. No se deprimía como antes, al contrario recordaba y era muy feliz, Gloria y Jimy eran hechos el uno para el otro.
Jimy tuvo suerte ese día, al chofer no le gustaba la misma música que a el pero a su cobrador sí, a solicitud de el cobrador el chofer cambio la estación, Jimy ya estaba con una sonrisa tenue en los labios, será un camino menos doloroso pensó, los comerciales de rutina anuncian un concierto, es una banda inglesa que viene por primera vez al país, Jimy cree que es un sueño y se para con su mochila al lado del parlante para seguir escuchando, -“el 10 de Diciembre a las 9 de la noche en el Auditorio Nacional, entradas de todos los precios” anunciaba el locutor-. Jimy no salía de su asombro, la sonrisa tenue se convirtió en seriedad, estuvo pensando lo que restaba del camino el anuncio que había escuchado, parecía que sólo el había escuchado el anuncio en la radio, la gente no comentaba nada al respecto, siguió escuchando la música de la emisora de rock hasta que llegó a su destino.
Al día siguiente llegó del trabajo, eran las 7 am, entró al cuarto de JJ, en donde se encontraba la computadora, el recién estaba despertando, prendió la compu y respiraba rápido, buscó la información que necesitaba y confirmo lo que había escuchado la tarde anterior por la radio, Jimy seguía sin sonreír, era una de sus bandas preferidas, sin dudas, le pareció fantástico, la entradas ya estaban a la venta, reviso los precios y las ubicaciones y supo que podía estar presente.
No habló con JJ, tomo un rápido desayuno, se cambió, se puso su camiseta preferida y partió al punto de venta. Todo salió bien, andaba Jimy, contento con su ticket de entrada en la mano, regresaba de comprarla muy temprano, con la sonrisa pegada, una gran sonrisa y con las ganas de ser más feliz que antes.

domingo, 14 de septiembre de 2008

UN TAL...


Un tal flaco ex DT de una gran selección, entrevistado de El comercio hace un par de días, nos decía que el equipo de fútbol de Perú había perdido su identidad, nos contaba que antes con chumpi, el cholo y cubishas éramos más que hoy, dizque porque éramos quimbosos, respetábamos nuestra “esencia” y no se que más…

Este tal “flaco”, nos decía que estábamos perdidos como selección en las eliminatorias porque ya no somos los de antes y porque intentamos ser lo que no somos.

Intentar ser lo que no somos es, para el flaco, ser machos, tener garra y jugar con los dientes apretados. Intentar jugar un fútbol diferente a nuestra “esencia” es, para el flaco, marcar con vehemencia, pechar al rival y no arrugar cuando nos patean.

Para el flaco, el Perú se debe dedicar al toquecito lindo y vistoso. El Perú y su esencia deben ser el “caño”, los oles, la pendejada (a lo challe en la bombonera...) y todo lo que signifique imitación al “jogo bonito” de los brasileiirosss….Vaaa!

Ay flaco!!, q lejos estas de la nueva realidad…se nota que todavía usas los acampanados y cantas en tu carro canciones de la nueva ola…

Es cierto, antes la quimba, los oles, las huachas y toda esa cojudez nos llevó a varios mundiales. Pero, si nos damos cuenta, antes no le teníamos respeto a Ecuador, a Venezuela, a Chile, a Colombia y creo siendo atrevido ni al mismo Uruguay…

Todos avanzaron, todos se desarrollaron, se dieron cuenta que el fútbol no es un poema, se dieron cuenta que no había que imitar a nadie, se dieron cuenta que este hermoso deporte es como cualquier cosa en la vida, gana el que se esfuerza más, goza de los resultados el que se prepara más y hace feliz a su gente el equipo que suda la camiseta, como la sudan los cargadores del puerto, como la sudan los obreros en las minas, como la sudo a veces yo cuando corro para chapar mi combi…

Un tal flaco nos hace creer con su alta investidura de DT ganador, que el fútbol tiene etiquetas, que Perú tiene que buscar por donde sea al Uribe del 2008…nada que ver!

Correcto, el fútbol es un deporte de habilidosos, pero cuanto vale un hábil que no sude la camiseta nacional, al costado de otro un poco menos escurridizo pero q se rompa en la cancha…? ( a lo torres o a lo Zambrano ayer por ejemplo)

Los futbolistas no pueden creerse estrellas, todo lo contrario, al ser futbolistas están más cerca de la gente que sufre, esa gente que viaja sólo con la imaginación, cuando ven a Farfán o a Guerrero en un reportaje en sus casas de Alemania, esa gente que sueña cuando sabe que “ÑOL” gana 50 lucas gringas mensuales, esa gente que piensa en sus propias vidas cuando sabe que Vargas esta en Italia porque no es un borrachoso más, el futbolista no es una estrella, es un ejemplo y para ser ejemplo tienes que ser parte de algo.

Ese tal flaco intenta dar el mensaje subliminal de que los huevos son sólo de los Argentinos, cuando los huevos hay que ponerlos todos cuando representamos a un país.

No sé si clasifiquemos, pero si Vargas y compañía nos siguen dando esa clase de ejemplos de coraje y amor propio entonces absolutamente nadie se atreverá a despreciar a lo nuestro y se creará a partir de algo tan poco importante dentro de las cosas que realmente nos preocupan, una conciencia que debemos adquirir a largo plazo, la conciencia de un ganador.